Sam Rasheed necesitaba una decoradora de interiores para su casa y Kim era diseñadora y, además, necesitaba trabajo. En principio, parecía sencillo, pero, cuando se encontraron frente a frente, Kim supo que primero tendría que convencerlo de que la alocada jovencita a la que él había rechazado hacía once años era ahora una mujer de negocios responsable y capaz de controlarse.
Y, sobre todo, iba a ser complicado demostrarle que tenía todo bajo control si él seguía acercándose tanto...
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